lsrael inicia la fase de recuperación de la actividad económica y social en medio de un conflicto que no acaba de delimitarse regionalmente.  

Desde los ataques terroristas perpetrados por Hamas el pasado 7 de octubre, Israel entró en un período de guerra que repercutió de manera prácticamente inmediata en el ámbito social y económico. Las clases virtuales, los comercios cerrados y las oficinas vacías por trabajadores sirviendo en el ejército fueron la tónica durante los primeros 70 días del conflicto. Sin embargo, en un país acostumbrado a vivir en un entorno hostil, pasada la etapa de shock y control de la situación, se activa de manera casi natural el regreso progresivo a una cierta normalidad. 

Israel comienza 2024 con el retorno de gran parte de la reserva de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) a sus casas, la reanudación de las clases presenciales en escuelas y universidades, y la reactivación total de la actividad económica en los sectores tecnológico, manufacturero y de servicios. Aunque siguen las operaciones militares en Gaza, gran parte de la población se enfoca en la recuperación de la normalidad perdida, pero también en tres temas que definirán la vida política, social y económica del país a corto plazo. 

En primer lugar, el retorno de los 132 rehenes es la exigencia central de la sociedad israelí. El control del norte de Gaza por parte de las FDI, el inicio de la estrategia de micro enfrentamientos y la eliminación de una parte importante de la capacidad militar de Hamas ya no son suficientes. Existe una presión en aumento en la opinión pública para aplicar medidas urgentes, militares o no, de rescate de todos y cada uno de los rehenes. 

Según medios de comunicación de Israel, Benjamin Netanyahu estaría buscando la solución más efectiva, con el menor coste de vidas posible, para recuperar por completo la normalidad, pero también para encontrar una salida medianamente digna del gobierno.  

En segundo lugar, la seguridad del país a largo plazo es un tema que ocupa a los analistas de defensa y agentes económicos del país. Independientemente de la finalización del conflicto en Gaza, las relaciones con Líbano y Siria y su conexión con Irán, tarde o temprano, tendrán que abordarse, ya sea desde un punto de vista diplomático o militar.  

El incremento de la tensión en la frontera norte y de los atentados cometidos en territorio israelí por palestinos con permisos de trabajo, son una muestra de la necesidad vital de garantizar una seguridad estable para la población. La solución, según los analistas consultados, debería tener como base el fortalecimiento de las relaciones con Egipto, Jordania y los estados árabes incluidos en los acuerdos de Abraham. A ello se suma la reducción de la conflictividad por la parte israelí en Cisjordania, la finalización de la guerra de Gaza y la negociación directa con un único interlocutor por el lado palestino. Para nadie es un secreto que la condición sine qua non para que ocurra lo anterior es el tercer tema pendiente: el final anticipado de la legislatura y la elección de un nuevo primer ministro.

El foco está puesto en el gobierno de Benjamin Netanyahu. Antes de los hechos del 7 de octubre, “Bibi” se encontraba debilitado debido a la presión social contra su proyecto de reforma judicial, aprobado en julio de 2023 en medio de manifestaciones, y anulado por decisión judicial a inicios de enero.

El fallo, publicado el primer día de 2024, confirmó que los jueces tienen la atribución de revisar leyes básicas e intervenir en caso de que la Knesset exceda su autoridad, contrariamente a lo que proponía la reforma. Portavoces del Gobierno calificaron la decisión como “antidemocrática” y “opuesta a la unidad de la nación, especialmente en tiempos de guerra”. Más allá de las críticas oficiales, la medida significa un nuevo revés para el primer ministro israelí, cuya valoración ha quedado muy mermada por las fallas de seguridad que facilitaron la irrupción de Hamas y la demora en el rescate de los rehenes.  

Pese a ello, una encuesta realizada el 3 de enero por Lazar Research, encontró que la imagen de Netanyahu aumentó de 2% a 32% debido al asesinato en Beirut de uno de los líderes más buscados de Hamas, Saleh al-Arouri. Según el estudio, si las elecciones se celebraran en febrero, el partido oficialista Likud alcanzaría 19 escaños. 

Dichos resultados parecen coyunturales, dado que Benny Gantz, el principal opositor, continúa superando en los sondeos en un 14% a Netanyahu, al tiempo que se intensifican las manifestaciones pidiendo la total dimisión del Gobierno. Por su parte, gran parte de los analistas políticos consultados consideran que el rechazo judicial a la reforma y el manejo del conflicto en Gaza son motivos más que suficientes para concretar la salida del primer ministro. No hay que olvidar, sin embargo, que en política, hay electorados con amnesia y líderes inmortales. 


Débora Malamud es analista en ARDUP Corporate Managent. © 2023 ARDUP Corporate Management (ACM) – Todos los derechos reservados.